jueves, 27 de septiembre de 2012

TOLEDO, FIN E INICIO






A setenta kilómetros  de Madrid, por la A-42, se encuentra Toledo, “madre de todas las Españas.” Ciudad Imperial, Patrimonio de la  Humanidad y cuna de las tres culturas que habitaron estas tierras; musulmana, cristiana y judía.


Comenzamos nuestra andadura en la actual capital española y no queríamos abandonar la hospitalidad de sus gentes sin rendir un sentido homenaje a sus ancestros. Éramos los embajadores del Imperio del Centro, con más de cinco mil años de historia, pero en estas tierras hubo un tiempo en que jamás se ponía el sol.


A media mañana nuestros pasos se dirigieron al barrio de la judería, lugar que fue creciendo al unísono que la floreciente comunidad hebrea, aquí llamados sefardíes. Un edificio anodino se perfiló ante nosotros. Era la sinagoga de Santa María la Blanca. Como ocurre en muchas ocasiones sus tesoros se encuentran intramuros.  De estilo mudéjar destacan las columnas octogonales, sus arcos lobulados con decoración en yeso, los capiteles con ornamentación de tallos de piñas (no habiendo uno igual al otro). En sus aledaños visitamos “Los Baños del Ángel”, recientemente restaurados y pertenecientes a la Ruta del Patrimonio Desconocido de Toledo. Dichos baños eran fruto del asentamiento musulmán y se situaban en esta zona debido a la existencia de un manantial en una casa cercana. En la Calle Samuel Levi se levanta la Sinagoga del Tránsito, construida en el siglo XIV. Me llamó poderosamente la atención el artesonado de madera de alarce, el cual tenía incrustaciones de marfil  y decoración pintada. Los muros estaban profusamente decorados.


Girando a la izquierda hacia el Paseo del Tránsito y continuando por Alfonso XII – a unos diez minutos – llegamos a la Mezquita del  Cristo de la Luz, la más importante muestra del arte islámico en Toledo. El libro de la Historia se abre ante nosotros, mostrándonos justo por debajo de la mezquita, restos de pavimento romano. La puerta de Bib- Al – Mardon nos habla de un pasado esplendoroso, en el cuál  el agua corría por los patios toledanos. Aprendemos una nueva palabra; mudéjar (aquél a quien han permitido quedarse). Dicho vocablo hace referencia a la permanencia musulmana tras la conquista cristiana del siglo XI.


Nuestra visita prosigue hacia la Catedral de Toledo, custodia de magníficas obras de arte. Su nave de noventa metros de alto se formo sobre edificios romanos, visigodos y mudéjares y es estandarte de todos los estilos artísticos hispanos. La sensación en su interior era la de estar completamente aislado del mundo, elevándonos a una dimensión celestial.


Torres, ermitas, murallas, puertas, restos romanos, sinagogas, cuevas, patios y agua, historia labrada en piedra mudéjar, cristiana y judía. Una sensación de paz recorre nuestros cuerpos. Nos fundimos en un sentido abrazo.





En las cercanías de la catedral hacemos un alto en el camino. Nuestro apetito se ha despertado al contemplar tan magnífico despliegue artístico. Estamos en “Locum”, famoso establecimiento situado en una antigua casa toledana, con mesas alrededor de  un patio interior. Parece que todavía estoy viendo a mi hijo relamiéndose  contemplando el cochinillo que descansaba ante sus ojos. ¿Habría sitio en nuestras maletas para unos cuantos gramos de esos exquisitos mazapanes? Víctor – el propietario – nos obsequió con una bandeja. Mi mujer, tan dada a las etiquetas, hizo el resumen pertinente. Lugar fino, elegante y de sabrosa carta.


A cuatro kilómetros del centro de Toledo, en el Cerro del Emperador – una pequeña colina – se encuentra el Parador Nacional de Toledo. La red de Paradores Nacionales se caracteriza por servirse de enclaves con historia y encanto, siendo sus señas de identidad, un servicio excepcional y un entorno privilegiado..


El Parador se sitúa  junto a un meandro del río Tajo, conformando dicho complejo un estupendo mirador sobre la ciudad. Su construcción hace gala del estilo regional. La directora – Olivia  Reina – tuvo la amabilidad de recibirnos a la entrada, interesándose por nuestra estancia en España.


Un artesonado de madera destacaba en la confortable y espaciosa habitación. Disponía de un amplio balcón, cuyo escenario reflejaba en aquellos momentos el atardecer sobre la ciudad imperial, mostrando la variación en las tonalidades de sus casas. Las vistas de la terraza del Parador ofrecían una panorámica majestuosa. Sin lugar a dudas – si la mañana acompañaba – dicha terraza sería el lugar ideal  para la reunión de trabajo que pondría la rúbrica final a nuestra estancia en España. Pero Toledo aún nos tenía que mostrar muchos tesoros.

Eran las ocho de la tarde, noche cerrada. Debajo del Monasterio de San Juan de los Reyes se encontraba el Puente de San Martín. Un cielo estrellado y una luna llena misteriosa envolvían el silencio del casco antiguo. Al fondo – en la colina más alta de la ciudad – se levantaba entre sombras la mole del edifico del Alcázar, el cual había sido un bastión defensivo en época romana y musulmana. Se construyó en tiempos de Carlos V. Dicha edificación sufrió importantes daños durante la Guerra Civil de 1936. Pusimos rumbo a la Plaza de San Juan de los Reyes, dispuestos a ser testigo de la última clase magistral de nuestra encantadora guía, gran conocedora del arte español y en particular de la historia de Toledo. Caminamos por la calle de Santo Tomé, rumbo a la Plaza del Ayuntamiento, situada frente a la catedral.


La suave voz de Yang Cheng hablaba de leyendas, magia, templarios, tormentos, callejones del Diablo y del Infierno, todo ello narrado entre sombras. Esta ruta no quiero desvelársela en profundidad. Quiero que recorran sus rincones y leyendas y se estremezcan saboreando el misterio del momento.




El nuevo día amaneció nublado, con catorce grados de temperatura. Mi familia disfrutaría de la mañana visitando la Iglesia de Santo Tomé, que albergaba a la entrada “El entierro del Conde de Orgaz”, cuadro más conocido del Greco. Profundizando en la obra del autor también acudiría al Hospital de la Santa Cruz. Su jornada concluiría con las últimas compras, concretamente de artesanía toledana. En las proximidades de la catedral había “localizado” algunas tiendas interesantes.


A las once iniciamos la reunión de trabajo. Jorge Valcarcel ( Director de la Cámara de Comercio Hispano – China), había llegado momentos antes con cuatro influyentes empresarios. La reunión se prolongaría durante la mañana, concluyendo con un sugerente almuerzo, en el cual creo que la perdiz  sería la protagonista.


España y China, China y España. ¿Cómo definir nuestra relación? Lo intentaré. Nuestra historia es como la de dos jóvenes adolescentes. Han oído hablar el uno del otro, pero no se conocen. Inesperadamente se encuentran y después de un conocimiento mutuo, prolongado en el tiempo, la confianza crece rápido como el bambú. De esas fuertes raíces surge el amor, cuya lógica consecuencia es el inicio de un proyecto de vida en común, proyectos compartidos…etc.


Toledo había sido testigo de un hecho que nos debía llevar a la reflexión; la convivencia entre culturas. Ahora, sería el puente que uniría el ingenio español con el poderoso dragón, abriendo las puertas de la Gran Muralla.


Alegría, luz y hospitalidad; esa es la esencia de España.












domingo, 16 de septiembre de 2012

DONOSTI, EL PLACER DE LOS SENTIDOS




El majestuoso lobby del Hotel Reina Cristina aparecía ante nuestros ojos. Estábamos en San Sebastián – ciudad del norte de España,- bañada por el impetuoso Mar Cantábrico. El hotel – ubicado en el centro histórico de la ciudad,- con vistas al río Urumea, estaba rodeado de relajantes jardines. La playa de la Concha resaltaba su esplendor. Construido en 1912, durante los primeros años del pasado siglo fue visita obligada de la aristocracia europea. Visitantes ilustres como Elisabeth Taylor, Harrison Ford o Coco Chanel han descansado bajo su techo. Su decoración era de corte clásico, al estilo de la Belle Epoque.


Nos dirigimos a nuestra habitación – una Gran Suite,- de estructura redondeada y con unas espectaculares vistas al río Urumea. Mi esposa no tardó en acomodarse en los amplios butacones, mientras mi hijo curioseaba por el amplio salón. El hotel había sido reformado recientemente, concretamente en el verano de 2012. La habitación hacia honor a la fotografía que aparecía en su página web (que por cierto figuraba en nuestro idioma).


Veníamos de una mañana de relax en Quintanilla de Onésimo. Ahora nos esperaba la ciudad depositaria del mayor número de estrellas Michelin   del mundo, que concretamente eran dieciséis.


Nuestro fiel chofer y la joven Cheng nos esperaban en el Lobby. Tras un corto trayecto de ocho kilómetros  llegamos a Lasarte, localidad donde se situaba nuestra próxima visita – el Restaurante Martín Berasategui,- el cual ocupaba el primer puesto entre los restaurantes de San Sebastián. Su fama internacional hacia honor a las tres estrellas Michelín que atesora.


Servicialmente un amable empleado nos acompañó hasta nuestra mesa. El salón – de grandes dimensiones,- disponía de grandes ventanales que proporcionaban unas extraordinarias vistas al campo y se disfrutaba de un amplio espacio entre las mesas. Estaba nublado y la temperatura era de 18º. Para mi agrado, disponían de personal que conocía el chino y nos aconsejaron el menú degustación. Disfrutamos de un caldo de chipirón salteado, de unas ostras con pepino, kafír  y coco y de un globo ahumado con milhojas de endivia. De postre, escarcha de chocolate con menta. Mi adorable esposa definió nuestra aventura culinaria como pura magia. La atención recibida fue impecable. Tuvimos el honor de ser agasajados con una amable invitación para visitar el lugar de donde procedía toda esa dedicación; la cocina.


Descansamos un breve espacio de tiempo en el hotel. A media tarde, aún relamiéndonos por la experiencia que acabábamos de disfrutar nos dispusimos a disfrutar de un agradable paseo. Siguiendo la Avenida de la Libertad y la calle Zubieta, apareció ante nosotros el Palacio de Miramar, el cual fue levantado para las estancias veraniegas de la Familia Real. Prevalecía el estilo inglés y las vistas desde allí eran maravillosas.


Dejándonos arropar por la suave brisa, proseguimos nuestra placentera caminata por el Paseo de la Concha,  cinco kilómetros de recorrido peatonal. La corta melena de mi apasionada esposa se alborotaba al compás de las mareas. Un agua aturquesada servía de escenario al video que realizaba mi hijo, mientras fuimos testigos de uno de los más bellos atardeceres que recuerdo.



Continuamos hasta la playa de Ondarreta – lugar que cobijada la conocida obra de Eduardo Chillida,- “El  Peine de los Vientos”, reflejo puro del arte contemporáneo. Me llamó poderosamente la atención la armonía del monumento con la naturaleza.


De regreso al hotel – ya anocheciendo,- e impactados por la señorial visión del edificio de principios de siglo,- decidimos continuar hasta el Teatro Victoria. Atravesamos el  puente de Zurriola, mientras nuestra mirada se posaba en los cubos de vidrio translúcido. Este templo del arte moderno era obra  del arquitecto Rafael Moneo. Es conocido como el Kursaal.
                                                                    


Ya  en el hotel, disfrutamos del Tse - Yang, máximo exponente de la alta cocina china en España. Lo dirigía el afamado chef Chiu Kam. Nos apetecía degustar “comida nuestra”. Por cierto, maravilloso el “Pato lacado al estilo Pekín”.


A la mañana siguiente enfilamos el Paseo de Salamanca, para dirigirnos a  la  “Parte Vieja”. Recorrimos sus empedradas calles, las cuales eran fáciles de recorrer a píe,  y disfrutamos del bullicio de sus gentes. Un socio español nos había hablado de sus famosos  “pintxos”, recomendándome un establecimiento llamado “Gambara”. En su parte inferior se situaba un tranquilo comedor, con menos alboroto que en la zona del bar. Probamos unos deliciosos croissanes – los cuales tuestan y doran al momento,- conjugando lo salado y lo dulce. Recomiendo los rellenos de jamón y también nos parecideron exquisitas las cocochas de bacalao.


Madrid, Valladolid, San Sebastián y próximamente Toledo. Era cierta la frase que circulaba. Sí, sin lugar a dudas “Spain is different”. Nosotros podíamos hablar de otra  España, la España de la cultura, la gastronomía, los  espléndidos vinos y las compras.






lunes, 10 de septiembre de 2012

¿EUROVEGAS COMO OPORTUNIDAD?




   Parece ser que el complejo "Eurovegas" sigue adelante. Dejando al margen las consideraciones éticas y morales del proyecto, el promotor, el cumplimiento de las expectativas económicas  y los  probables "acomodos " legales que se produzcan, ¿es interesante el proyecto para España? Trataré de responder a dicha pregunta.


   Madrid tiene una oferta turística que abarca la cultura, las compras, la gastronomía, el deporte... Se encuentra a la cabeza del gasto turístico en el conjunto de España y ocupa un lugar preeminente como ciudad de congresos. A su vez el sector del lujo experimenta un auge continuo. Yo vislumbro dicho proyecto como un complemento, como la guinda del pastel.


   Relacionándolo con el turismo chino, empieza a resultar aún más interesante. Conocemos el perfil del turista chino, si yo estuviera interesado en captar este segmento high- end, si estuviera pensando en ofrecer una oferta diferenciadora, un "Paquete Premium"- contando por ejemplo con ciudades como Toledo, Valladolid, - y aderezándolo con nuestras estrellas Michelín... un horizonte esperanzador se abriría ante mis ojos.


   ¿Podría mejorar este acontecimiento la conectividad  aérea con  China?


   ¿Nos debemos conformar- dada nuestra relevancia en la industria del turismo,- con la cifra de un millón de turistas chinos para 2020?


   Algunos análisis en el sector turístico dicen que este nicho será explotado por sus hijos e incluso nietos. Están equivocados. La partida se ha iniciado y tenemos excelentes cartas, ¿las aprovecharemos?


   La flecha olímpica de Barcelona 92 se posa en el "Nido" de Beijing para regresar al Madrid olímpico del 2020